domingo, 22 de mayo de 2011

Peligro escuela: ¿qué hacemos?


Los casos de violencia escolar se multiplican. ¿Cómo se explica este fenómeno? ¿Cuál es el origen de la conducta agresiva de los chicos? ¿Qué pueden hacer los docentes y las autoridades? MDZ aborda los diversos aspectos de este complejo y preocupante tema.


La docente Mariana Caroglio, la psicóloga Graciela Volman y la mamá Lidia Morales junto a las periodistas de MDZ.

Como en las calles, la violencia está ganando importantes espacios en el ámbito de la escuela, tanto primaria como secundaria. Todos los días nos enteramos de casos de agresión física o verbal entre los mismos alumnos, o de éstos hacia docentes y directivos. A ello, se suman los ataques de los propios padres que, cuestionados por las autoridades escolares, increpan a los responsables de la educación de sus hijos y justifican la violencia con más actos de violencia.

De ahí, la creciente alarma de toda la comunidad. De los padres que envían a sus hijos a la escuela no sin cierta inquietud por la posibilidad de que éstos sean agredidos; de los maestros que muchas veces no pueden lidiar con los alumnos ante actos de violencia física y verbal entre los cuales la clase se les escurre y el acto pedagógico queda completamente disuelto; de las autoridades de los establecimientos educativos que carecen de las herramientas adecuadas para resolver estas situaciones o si las tienen se ven desbordados por ellas.

Y por supuesto, de los chicos. Muchos de ellos van a la escuela con miedo; otros, van a la escuela a replicar, sin saberlo, distintos tipos de agresiones que viven en su familia o en su barrio.

Todo parece una enorme trampa difícil de resolver. El tema de la violencia en la escuela es complejo y depende de un amplio abanico de situaciones extraescolares. De allí que este informe no pretende ser exhaustivo, sino una mirada que nos permita comenzar a abordar esta problemática que está impidiendo, u obstaculizando seriamente, el proceso enseñanza-aprendizaje.

Hace unos días publicamos una nota en que la que un docente exasperado ante la violencia en el aula, decía respecto de sus alumnos: “Si hablo, no me escuchan; si grito, me gritan todos juntos; si me enojo, se cagan de la risa; si les pido que reflexionen, se cagan de la risa; si los acuso con la autoridad escolar, se cagan de la risa; si llamo a sus padres, ellos y sus padres, en el mejor de los casos, se cagan de la risa; sus padres no vienen y, si lo hacen, corre riesgo mi salud física por la calentura que traen”.


La psicóloga Graciela Volman explica qué es la violencia escolar.

Violencia social, no violencia escolar

Para abordar el tema, MDZ invitó a la reconocida psicóloga y profesora universitaria Graciela Volman; a la docente Mariana Caroglio, actualmente Directora de Educación de la Municipalidad de Godoy Cruz y a Lidia Morales, mamá de Alejandro, un chico que fue víctima de bullying. (Ver nota aparte).

“La violencia escolar es el resultado de una serie de violencias sociales y se la suele rotular como violencia escolar, como si la escuela la produjera, cuando en realidad no es así. Además, cuando se habla de este tema me mezclan una enorme diversidad de casos, desde cuando los chicos se empujan o tienen actitudes disruptivas en la clase hasta situaciones graves como golpizas que pueden llevar a la muerte a un compañero o agresiones con armas a un compañero o a un docente. Todo esto no se debe poner en la misma bolsa”, explica Graciela Volman.

Para la psicóloga, “cuando se habla de violencia escolar hay que pensar que la violencia no sólo ocurre en la escuela. Vivimos en una sociedad en la que hay constantes episodios de violencia generalizada”.

Volman asegura que “también hay cambios en las formas de la violencia. A partir de los ´80, y fundamentalmente, en los ´90, las instituciones disciplinarias se fueron replegando y eso generó una ruptura de lo que se llama el lazo social. Fue el paso lento de la idea de que “el otro me importa” a que “el otro no me importa nada”. Esa ruptura del lazo social es el punto de partida para explicar los episodios de violencia en las escuelas, en la cancha, en los recitales, en el tránsito, en todo”.

En este sentido, la especialista asevera que “no hay una lectura de patologías individuales, salvo contadas excepciones, sino que es un problema social”.

Interrogada sobre cuáles son los ingredientes que se mezclan haya que se produzca un acto de violencia en la escuela, a psicóloga ofrece un interesante enfoque que merece ser meditado.

“Hay muchos marcos teóricos para explicar esto. El que más me ha lo ha explicado a mí es el que formulan Ignacio Lewkowike y Cristina Correa”, señala Volman. “Para ellos la escuela es un producto de la modernidad, por lo tanto la escuela es una institución disciplinaria ya que en la modernidad el Estado cumplía un rol regulador produciendo ciudadanos a través de distintas instituciones, como la familia, la escuela, el trabajo, entre otros. En este encadenamiento institucional había un código compartido: el niño que llegaba a la escuela poseía algunas reglas y aprendizajes que le servían para adaptarse, para habitar, a cualquier institución. Esta lógica, a la que llaman lógica del Estado Nación, se desmorona en los años ´90 y comienza a ser reemplazada por la lógica del mercado y del neoliberalismo que empiezan a regular las relaciones personales”.

La especialista argumenta que “en la modernidad el respeto del lazo social implicaba el respetar una ley que estaba por encima de todos nosotros. En la posmodernidad el lugar de la ley desaparece y aparece la del mercado. El mercado no articula simbólicamente, no asegura el encuentro con el prójimo. El prójimo deja de serlo para empezar a ser el próximo. La propuesta es que habría que volver a instituir las instituciones, poner reglas y respetar esas reglas”.

Para Volman todo está relacionado con los fenómenos de exclusión social. “Por ejemplo, vemos que los gobiernos salen a `rescatar´ bancos. ¿Cuándo hemos escuchado que los gobiernos hablen de `rescatar´apersonas con sida, con desnutrición o con discapacidad? Sin embargo, el mercado rápidamente se impone en el discurso. Esto también es violencia, una violencia simbólica de la cual todos somos víctimas”.

Violencia en las escuelas, un problema global

Mariana Caroglio relata que “hace muy poco se realizó en Mendoza un encuentro internacional de violencia en la escuela y vimos que estos parámetros se repiten en países de todo el mundo. Es un fenómeno global y la crisis de la institución escolar se observa como crisis global. Los especialistas internacionales contaban casos que se producían en sus países eran semejantes a los que tenemos en Argentina y en Mendoza. Es una problemática muy profunda que está presente y se está profundizando en todo el mundo”.

Para la Directora de Educación de la Municipalidad de Godoy Cruz, “los actos de violencia más graves en Mendoza son los incendios en las escuelas. Además, están los casos de destrozos de las instalaciones por los mismos alumnos. Tenemos hechos aislados de violencia en contra de los docentes y directivos, incluso con armas blancas”.

“Esto llama la atención porque la escuela ha perdido ese rol de institución a la que se le debía respeto. Creo que la escuela hay que rescatarla de esa situación tan grave porque lo peor es que los directivos no tienen a quién recurrir ni para poder ayudar a estos chicos que vienen de un entorno de violencia”, apunta Caroglio.

En un análisis más profundo, la docente destaca que “los chicos que ejecutan estos actos vienen de un entorno de violencia y repiten los códigos que tienen en su familia o en sus barrios, de maltrato verbal y físico, y los trasladan a la escuela. Es decir, repiten los modelos que tienen y la escuela no se respeta como institución”.

Y agrega que “esto no sólo lo hacen los chicos, sino también los padres. No son infrecuentes los casos en que dos padres se pelean en la escuela a golpes de puño y que terminan sacando armas en la misma escuela. ¿Cómo se les explica a los chicos que no deben recurrir a la violencia cuando están viendo que en la misma escuela sucede un hecho de esa naturaleza? ¿Cómo se le enseña que tienen que respetar a la escuela cuando ni siquiera sus padres la respetan?”

Alumnos y docentes: ¿víctimas de la situación socioeconómica?

“Antes en un aula había un niño con actitudes violentas. Hoy se ha multiplicado el número de niños violentos, cuatro o cinco chicos por aula, lo que hace que los maestros o profesores no puedan dar clase. Además tampoco hay una respuesta por parte del Gobierno de la provincia en este tema, ya que la Dirección de Orientación y Apoyo Pedagógico y Comunitario ya no contiene a nadie. Los directivos no saben a dónde acudir. Los directivos y docentes se aguantan insultos y golpes tratando de sobrellevarlo y tratando de hacer su trabajo en una situación caótica”, dispara Caroglio.

Volman agrega a estos conceptos que “los directivos tienen conciencia de que si judicializan un caso, por ejemplo, el de un chico que llevó armas a las escuela, tampoco sirve porque no se está teniendo en cuenta todos los factores que lo llevaron a esta situación. Detrás de esto hay un grave problema social y judicializar a un chico no es ni la solución ni la respuesta al problema”.

“Vemos que el maestro no puede manejar esas aulas donde hay tantos chicos violentos que violentan a los demás y que además, no tiene contención de los organismos que deberían ayudar a ese niño que seguramente es el producto de una familia violenta”, subraya la funcionaria.

Y con gran preocupación se pregunta. “¿Cómo hacemos para contener a esos chicos, para recuperarlos? El DOAPC es un área de la Dirección General de Escuelas que antes se encargaba de los niños con problemas, ya fueran éstos de orden pedagógico o psicológico. Este organismo ha ido desapareciendo progresivamente y ya prácticamente no existe. Entonces, los directivos y maestros están solos”. (Ver nota aparte)

Ambas profesionales coinciden en la descripción de la misma realidad, semejante en sus resultados a la que relataba el maestro de nuestra nota anterior: la de que si el maestro detecta un problema de violencia y le solicita a los padres que vayan con su hijo a un centro de salud cercano para que lo vea un psicólogo, no van.

Esto ocurre porque los padres no pueden concurrir por sus trabajos, porque no tienen dinero, porque tienen muchos otros problemas urgentes que resolver, incluidos los concretos de enfermedad de alguno de sus otros hijos o porque no les interesa el tema y suponen que todo está bien con su hijo, que es normal que haga lo que hace.

Ante estas situaciones sociales tan graves y complejas, que exceden lo estrictamente escolar, Volman y Caroglio señalan que lo indicado sería dar atención psicológica a los chicos en la misma escuela, pero destacan que sólo hay aproximadamente uno cada diez establecimientos educativos que cuentan con este tipo de apoyo para los alumnos y que debido la enorme cantidad de chicos que deben atender, los profesionales sólo pueden realizar el psicodiagnóstico del alumno, hablar, o tratar de hablar, con los padres, y recomendar el tratamiento a seguir.

Como dijimos, el tema el vasto y complejo. Y mientras no tomemos conciencia de que la violencia escolar es sólo una de las múltiples manifestaciones de violencia que sufrimos los argentinos, los niños seguirán siendo las primeras víctimas. La segunda víctima es nuestro futuro.



Patricia Rodón y Viviana García Sotelo

http://www.mdzol.com/mdz/nota/297000-peligro-escuela-que-hacemos/




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