domingo, 28 de noviembre de 2010

Servicios Generales de una Biblioteca


Son diversos los servicios que una biblioteca puede o debe brindar a su comunidad. Aunque varíen adecuándose a cada tipo de biblioteca, en general, la mayoría de ellos son comunes entre las bibliotecas populares, públicas y escolares. Entre los servicios más conocidos están:
  • Referencia: Atención de consultas y orientación en la búsqueda de información y de material, en forma personal, manual e informática. Acceso a redes.
  • Uso de salas: de lectura, hemeroteca, etc. por los lectores y público en general para la consulta, la lectura y la realización de tareas de investigación y de estudio en forma individual y grupal.
  • Préstamo: Préstamos de material en sala a todo público, a domicilio, a los socios, a los alumnos del colegio, etc. El criterio de préstamo en sala y a domicilio será según el criterio de cada biblioteca.
  • Reprografía: Fotocopiado de material (servicio abonado).
  • Asesoramiento específico: Orientación bibliográfica y bibliotecológica a quienes la requieran.
  • Bibliografía: Elaboración de listas y bibliografías de obras nuevas o de temas especiales, provisión de bases de datos.
  • Préstamos interbibliotecarios: Préstamos con otras bibliotecas o centros de investigación.
  • Extensión bibliotecaria en la comunidad: A través de sucursales, cajones circulantes, bibliomóviles, depósitos de libros en centros comunitarios, publicaciones, etc.
  • Actividades culturales: Charlas, conferencias, cursos, exposiciones, talleres, etc.
  • Préstamos de sus salas a otras entidades: Para la realización de actividades afines: ensayos corales, teatrales, cine, cursos, etc.

A continuación se tratará en forma especial el servico de Referencia.

Servicio de Referencia

Entre los servicios que una biblioteca presta a su público, el denominado de Referencia o Consulta, es el más importante; el más dinámico y el más vital de todos. Comprende la atención y la ayuda al lector. Esa ayuda y lo que ella promueve conforman el objetivo fundamental de la labor bibliotecaria. Por eso, el bibliotecario o referencista que atiende al público tiene que:

  • Saber escuchar al usuario
  • Saber interpretar sus inquietudes
  • Saber orientarlo
  • Saber ayudarlo a satisfacer sus necesidades informativas.
Es decir que con inteligencia, con conocimientos, con calidez y vocación de servicio social, el bibliotecario orientará al lector - ya sea niño o adulto - en el:

  • Conocimiento de la biblioteca y de su quehacer.
  • Uso de sus catálogos manuales y/o computarizados.
  • Uso de sus servicios.
  • Manejo y acceso a redes telemáticas.
  • Materiales que comprenden la colección bibliográfica y multimedial.
  • Ubicar cualquier tipo de información en la colección general, en bases de datos computarizadas y en especial en las Obras de Referencia, es decir, aquellas que reúnen y ordenan datos e información de todo tipo, sobre diversos temas y materiales, para su rápida localización; como por ejemplo, las bibliografías, catálogos, diccionarios, etc.
  • Búsqueda de soluciones a otros problemas cotidianos, como por ejemplo, que especialistas o instituciones presten determinado servicio, o puedan atender su consulta: dónde localizarlos, en qué horario, con qué requistos, etc.; ya personas, oficinas públicas diversas, museos, medios de comunicación y de transporte, centros educativos y culturales.
Este último aspecto comprende una faceta especial de asistencia social, que requiere que el bibliotecario conozca muy bien y tenga a su alcance guías de instituciones, de turismo, de teléfonos, etc.; tanto de la localidad como de otras regiones. Además que reuna en fichas o bases de datos computarizadas, información de actividades, acontecimientos, personalidades, educadores, hechos históricos, artístas, etc. de la localidad y de la zona para poder proporcionárselos a quién lo requiera.
En general, el referencista, o quién tenga a su cargo la atención al público, deberá reunir una serie de atributos de los cuales dependerán en gran medida los éxitos o fracasos de la biblioteca.
No sólo tendrá que reunir especiales condiciones intelectuales, técnicas, culturales y de personalidad, sino además, de educador. Esto es importante por la influencia que ejerce sobre la educación de cada persona o grupo de personas. Especialmente cuando con responsabilidad no deja de aprovechar cada oportunidad que se le presenta para guiar al lector en su formación.

La adecuada organización técnica y una constante actualización de la colección general de la informacón en los catálogos y en especial de la sección o servicio de referencia favorecerán una óptima labor. Una labor a la que tendrá que ir incorporando el conocimiento, el uso de la informática y el acceso a las redes.

Pero la ayuda anónima de los catálogos (o ficheros) y la veloz y efectiva ayuda de las computadores, por más útiles que sean, nunca podrán reemplazar la cuota de calidez y satisfacción espiritual que proporcionan tanto el contacto con el libro como la entrevista, el apoyo y el consejo individual que todo ser humano necesita.
Muchas veces -más de lo que uno supone- el usuario que concurre a la biblioteca popular o escolar, ya sea niño o adulto, necesita de esa atención tanto o más que del contenido informativo que solicita.




lunes, 22 de noviembre de 2010

Francisco Pascasio Moreno

Francisco P. Moreno es más conocido como Perito Moreno, científico naturalista argentino, explorador de la Patagonia. Nació el 31 de mayo de 1852 en la ciudad de Buenos Aires. Su padre había permanecido exiliado en Uruguay durante el régimen del político y militar argentino Juan Manuel Rosas, en tanto que su madre era hija de uno de los oficiales británicos que habían participado en la invasión de 1807 (en el contexto de las invasiones inglesas al Río de la Plata) y que, tras haber sido hecho prisionero, fijó su residencia en el país sudamericano.

Su temprano interés por los libros de viajes se acrecentó tras conocer a Germán Burmeister, director del Museo de Buenos Aires, con quien estableció una gran amistad. Antes de que cumpliera los 20 años ya era dueño de una amplia colección de fósiles y objetos diversos relacionados con los estudios antropológicos y mineralógicos; esta colección no hizo sino ampliarse con el paso del tiempo. Así, en 1871, Moreno logró recoger en las proximidades de la laguna Vitel (en el noreste de la provincia de Buenos Aires) varios ejemplares fósiles de gran valor.

Un año después, en 1872, tuvo lugar un acontecimiento importante en su vida: un amigo le envió desde Carmen de Patagones algunos de los restos antropológicos descubiertos en el valle del río Negro. Fascinado por las muestras recibidas, decidió centrar su actividad investigadora en la exploración de la región patagónica, hasta ese momento prácticamente fuera del control del gobierno argentino.

Durante 1872 y 1873 realizó exploraciones por el territorio de la actual provincia de Río Negro, adentrándose por áreas bajo dominio indígena. En 1875 descubrió el lago Nahuel Huapí. Al año siguiente, luego de recorrer el valle del río Chubut, remontó junto con Carlos M. Moyano el río Santa Cruz hasta alcanzar el lago al que llamó Argentino. En 1879 exploró Río Negro en su práctica totalidad y el sector de la cordillera andina correspondiente a Chubut, Río Negro y Neuquén. Tras un paréntesis de más de una década, en 1896 recorrió el sector patagónico argentino correspondiente a las estribaciones cordilleranas hasta alcanzar el lago Buenos Aires, en Santa Cruz. Dos años después remontó de nuevo el río Santa Cruz y siguió hacia el norte a través de las faldas de la cordillera, desde donde accedió al Nahuel Huapí, a caballo, entre territorio rionegrino y neuquino

Gracias a su actividad exploratoria, Moreno fue designado para dirigir la comisión argentina encargada de dirimir los litigios limítrofes con Chile. Además, con los restos arqueológicos hallados durante todos esos años pudo crear varias colecciones que, tras exponer en un museo de su propiedad, donó al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Esas colecciones fueron la base del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, que el propio Moreno dirigió durante muchos años.

Moreno fue, asimismo, diputado nacional y vicepresidente del Consejo Nacional de Educación, cargo desde el que impulsó numerosas reformas educativas e iniciativas de carácter cívico. A todo ello hay que agregar su actividad como divulgador de la Patagonia a través de un buen número de escritos: "Apuntes sobre las tierras patagónicas" (1878), "Viaje a la Patagonia austral 1876-1877" (1879), "Viaje a la Patagonia septentrional" (1882), "Resto de un antiguo continente hoy sumergido" (1882), "El origen del hombre suramericano" (1882), "Por un ideal. Ojeada retrospectiva de 25 años" (Museo de La Plata, 1893).


Falleció el 22 de noviembre de 1919. Sus restos fueron trasladados en 1944 a la isla Centinela, en lago Nahuel Huapí.

Día de la flor nacional: El Ceibo

La flor de ceibo, también denominada seibo, seíbo obucaré, fue declarada flor nacional argentina por Decreto del Poder Ejecutivo de la Nación Nº 138474/42 (23 de diciembre de 1942).

Crece en las regiones tropicales y subtropicales de América. En los márgenes de los ríos Paraná y Uruguay alcanza hasta 10 m de altura. Las flores nacen antes que las hojas, tienen cinco pétalos, son rojas y brillantes, y su forma recuerda a la cresta de un gallo, son grandes y de un rojo carmín.

La mayor utilidad que presta es la de ser una planta ornamental por sus hermosas flores que lucen en los lugares principales de las grandes ciudades. En general no es explotado pero tiene algunas aplicaciones.

La corteza se usa en algunas provincias para curtir cueros y la madera. Como es sumamente liviana suele reemplazar al corcho en algunas manufacturas. Se usa también para fabricar colmenas y armazones de montura. Los indios fabricaban balsas y, en algunos lugares, ruedas de carrito para transportar leña. La corteza tiene aplicaciones medicinales porque posee algunos alcaloides. De todos modos se aconseja manejarse con prudencia en las aplicaciones con fines curativos y consultar previamente a un médico.

Un equipo del Ministerio de Agricultura se dedicó a investigar cuál debía ser la flor nacional. Algunos razones porque la flor del ceibo fue elegido como la flor nacional son las siguientes: Fue la flor preferida por los habitantes de diversas zonas del país. A nivel popular en el interior y exterior ya era considerada flor nacional del país. Leyendas aborígenes la han evocado y ha sido fuente de inspiración para diversas expresiones artísticas que enriquecieron el patrimonio cultural. Su color figura entre los que posee el escudo de la República Argentina.

El 22 de noviembre es el día nacional de la Flor de Ceibo.


Fuente: Planeta Sedna El ceibo, flor nacional de Argentina. www.portalplanetasedna.com.ar/

domingo, 21 de noviembre de 2010

Alma desnuda

Soy un alma desnuda en estos versos,
alma desnuda que angustiada y sola
va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola,
que puede ser un lirio, una violeta,
un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta
y ruge cuando está sobre los mares
y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares
dioses que no se bajan a cegarla;
alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla
con sólo un corazón que se partiera
para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera
dice al invierno que demora: vuelve,
caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve
en tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas
a campo abierto, sin fijar distancia,
y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia,
de un suspiro, de un verso en que se ruega,
sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega
y negando lo bueno el bien propicia
porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia
palpar las almas, despreciar la huella,
y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella,
como los vientos vaga, corre y gira;
alma que sangra y sin cesar delira
por ser el buque en marcha de la estrella.


Alfonsina Storni Martignoni

lunes, 1 de noviembre de 2010

El Papel

Una de las grandes aportaciones del pueblo chino es sin duda la invención del papel.
Según la tradición, su invención se debe, hacia el año 105 d.C., a T'sai Lung, un cortesano del emperador chino Ho Ti, que recibió el encargo de buscar nuevos materiales para escribir. T'sai Lung fabricó papel utilizando corteza de morera, tejidos de seda y trapos de ropa vieja, y un molde fabricado de tiras de bambú. Sin embargo, algunos investigadores descartaron esta teoría cuando en 1957 encontraron un fragmento de papel hecho de fibra de seda y vegetales, de al menos 250 años anteriores al 105.

Durante 500 años la técnica de cómo fabricar papel sólo la conocía China, hacia el año 610 se introdujo en Japón, hacia el 750 en Asia Central y por el 800, llegó a Egipto. La expansión árabe por tierras asiáticas propició su difusión, extendiéndose por el mundo musulmán (hacia el siglo XI), y más tarde por Europa (siglos XII, XIII y XIV), donde fue introducida por los árabes. Estos mejoraron la calidad del papel utilizando nuevos materiales como el algodón, el lino o el cáñamo. Con el paso de los siglos las técnicas de fabricación fueron mejorando y así el papel ha llegado a ser confeccionado en grandes cantidades y a muy bajo precio.

Antes de la invención del papel, en China se utilizaba la técnica xilográfica, que consistía en tallar letras e imágenes en relieve en bloques de madera, que se entintaban e imprimían sobre alguna superficie. De estos bloques de madera se pasó a la impresión con tipos móviles, usando caracteres sueltos dispuestos en fila (los caracteres móviles de imprenta se adjudican a Pi Sheng, que en 1045 fabricó estos caracteres de arcilla), pero entonces no fue considerado un invento demasiado útil, ya que el idioma chino cuenta con entre 2.000 y 40.000 caracteres diferentes y esta técnica suponía por tanto demasiado trabajo.

El papel acabó imponiéndose en Occidente sustituyendo a los soportes escriptóreos de entonces (el papiro y el pergamino), los cuales no resultaban apropiados para imprimir, el papiro era demasiado frágil y el pergamino demasiado caro. El papel en cambio era un material bastante resistente y económico.


El papel se consigue entretejiendo fibras de celulosa vegetal, y tiene forma de hojas delgadas. Puede utilizarse tanto para la escritura como para la impresión, y a lo largo de la historia ha ido tomando distintas formas (en forma de rollo, cuaderno, hojas sueltas, etc).

Al principio el papel era bastante ligero y de superficie rugosa, por lo que fue utilizado para documentos secundarios como borrador de cartas o para tomar apuntes. Pero con el tiempo se fueron perfeccionando las técnicas y las máquinas de fabricación, y su uso terminó extendiéndose a todo tipo de documentos, hasta acabar reemplazando definitivamente al pergamino.

En el siglo XIII unos inventores holandeses crearon una máquina que lograba una pasta de mejor calidad y en menos tiempo. A mediados del siglo XV, con la invención de la imprenta los libros se abarataron y su producción aumentó considerablemente, lo cual estimuló la fabricación del papel. El uso del papel aumentó en los siglos siguientes, aunque se seguía fabricando a partir de trapos, lo que provocó una gran escasez de dicho material. Esto propició la invención de otra máquina que convertía pasta de madera en papel hacia el año 1840 (actualmente este proceso se realiza mediante procedimientos químicos). Se fueron creando nuevas y diferentes máquinas con el fin de mejorar y abaratar la producción de papel, así como nuevos materiales.

La industria papelera ha estado desde entonces en constante desarrollo, alcanzando en el siglo XX alcanzó unos niveles muy elevados y perfectos de fabricación. Actualmente Estados Unidos y Canadá son los mayores productores mundiales de papel.