Lo dijo el escritor Mempo Giardinelli, que participó en las jornadas de animación en la Biblioteca Argentina. La actividad coordinada por la Secretaría de Cultura municipal tuvo un despliegue inclusivo entre organizaciones públicas y privadas.
"El derecho a leer es el único derecho humano en el mundo que no conlleva un deber. Es un maravilloso derecho sin deberes, y por eso es que su impacto sobre la humanidad puede ser colosal". Con esta defensa del derecho a leer culminó el escritor Mempo Giardinelli la segunda y última de las Jornadas de animación a la lectura en el auditorio de la Biblioteca Argentina, sede de la tercera edición de la Semana de la Lectura. Coordinada por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario, en un despliegue inclusivo donde convergieron organizaciones públicas y privadas, la III Semana de la Lectura 2012 logró despertar en muchos y revivir en otros el deseo de leer.
El sábado 21, en el séptimo piso del Museo de Arte Contemporáneo, en un workshop coordinado por Melina Dorfman, un pequeño grupo de artistas y otra gente inquieta se reunió a crear cada cual su propio fanzine autobiográfico. Hubo un largo momento de concentración donde, en la mesa cubierta de papeles, reglas y plasticolas, el único sonido era la percusión de las teclas de una máquina de escribir mecánica. En el fondo de la sala, un extraño y bello artefacto, racional y analógico, la biblioteca rodante diseñada por el arquitecto y editor Ariel Jacubovich para el colectivo de colectivos autodenominado Publicaciones Independientes, ofrecía (en modo de sólo lectura) toda una biblioteca de "figuritas difíciles" del mundo del "hágalo usted mismo". La biblioteca allí reunida comenzó siendo la mesa de publicaciones independientes en la feria ArteBA 2010 y hoy gira por todo el país: tanto el diseño del mueble como la lista de publicaciones independientes que participan del colectivo, y sus actividades actualizadas, pueden consultarse en http://publicacionesindependientes.blogspot.com.ar.
"Cuando elegimos cómo vestirnos, también estamos editando", dijo Vero Romano en el siguiente workshop, el de edición, que dictó ella junto a Martín Castagno. La palabra "edición" en castellano es ambigua. En este caso, no definía a la práctica de publicar, sino a la de selección y ordenamiento de materiales: estrategias para compaginar un relato en imágenes. Con revistas, trinchetas, planchas de corte, reglas de metal y abrochadoras, cada participante puso manos a la obra para un resultado compartido.
El lunes 23, Día del Libro y de Sant Jordi (San Jorge, en Cataluña), en mesas puestas en la calle en la esquina de Córdoba y Corrientes, libreros de Rosario y un público de transeúntes participaron de un emotivo rito de intercambio: libros por rosas. ¿Será acaso la rosa, con sus pétalos como páginas, con sus literales capítulos (sí, las flores tienen capítulos), a su modo, también un libro? Un par de conspicuos sofás rojos al pie del stand permanente que comparten allí la Editorial Municipal de Rosario y la Universidad Nacional de Rosario sirvió toda la semana para que los lectores casuales se sintieran como en su casa. La ciudad como espacio abierto y legible, como lugar de encuentro con otra gente que lee: de eso se trata la Semana de la Lectura, año a año. Tal vez el próximo nos topemos con las brigadas de lectura que rompen el tedio cotidiano.
Sumaron actividades las escuelas, los distritos descentralizados municipales, las bibliotecas populares: hay 26 en toda la ciudad de Rosario, la mayor densidad de bibliotecas populares en la región según el Secretario de Cultura Horacio Ríos, quien destacó "el ingenio" de los recursos metafórica y literalmente desplegados por cada centro cultural municipal. El kamishibai, el arte japonés del relato oral con el soporte de un teatrito de papel, fue la técnica elegida por el del Parque Alem el miércoles 25 por la mañana. Surgido de los templos budistas en el siglo XII, el kamishibai revivió en el siglo XX como una forma atractiva y participativa de contarles cuentos a los niños: en un escenario de madera se van moviendo ilustraciones según transcurre la historia. Grandes y chicos también participaron con entusiasmo el sábado 28 por la tarde en las actividades de la Isla de los Inventos, dibujando historias y confeccionando libros en forma artesanal con los autores y editores del sello independiente rosarino El Ombú Bonsai. Para la ocasión, el editor Nicolás Manzi produjo un libro antológico, titulado Este libro, donde cada autor de la editorial (todos rosarinos en plena producción) eligió un cuento leído en la niñez que le hubiera abierto las puertas de la literatura y contó en una página aquel encuentro. Y los chicos cosieron páginas y encolaron lomos a la par del niño que cada novelista lleva adentro.
El día antes, en pleno bosque de libros centenarios y ante un público con abundancia de docentes, cuya asistencia fue facilitada por un decreto ministerial (sarmientinamente infaltables pese a la llovizna, levantaron la mano cuando el conferenciante preguntó cuántos eran y aplaudieron la consigna "evaluación mata deseo"), Mempo Giardinelli evocó la historia perdida de un "país de lectores" que amasó bibliotecas y cifró en ellas la clave del ascenso social. Militante, exiliado, autor de decenas de libros de cuentos y novelas, el director de Puro Cuento (1986 a 1992) reside desde 2001 en su Resistencia (Chaco) natal, donde creó una fundación para el fomento del libro y la lectura. "Todo Estado debe garantizar que la lectura sea un bien común, y que ese derecho se ejerza con absoluta libertad", afirmó. "Se trata de un derecho de todos, y todas, que además de construir ciudadanía, estimula el ejercicio pleno de la democracia. A este respecto, conviene subrayar que las estrategias de fomento de la lectura más probadamente eficientes jamás implican la obligación de leer". Compartiendo sus experiencias junto a otros oradores, también disertó esa tarde Natalia Porta, integrante de dicha Fundación.
Más temprano hablaron Jorge Riestra y Patricia Suárez. La gente salió llevándose de regalo las 10 postales con retratos de escritores, impresas por el Centro Cultural Bernardino Rivadavia; inexplicablemente, quedaron en las mesas las que representaban a la escritora rosarina Beatriz Guido (autora de excelentes novelas como Fin de fiesta). La otra mujer de la serie, Silvina Ocampo, corrió mejor suerte. Los esperaba un café con masitas en el hall donde se exponían interesantes piezas de la hemeroteca, que queda a la vuelta: generaciones de revistas argentinas, desde Vea y Lea hasta Cerdos y Peces pasando por Etcétera o Zoom, aguardaban a sus nuevos lectores.
¿Y los libros? Fueron el objeto del deseo y la excusa del encuentro en la Noche de las Librerías. La maldición pluvial del año pasado se expresó esta vez en una suave llovizna, que aportaba el adecuado clima parisino a lo Cortázar para el hallazgo surrealista de aquella edición española o argentina que ahora sí (con los descuentos, con tantos amigos alrededor comprando libros y después de todo lo que dijo Mempo), ¡a casa! La lluvia sí impidió el sorteo de una biblioteca planificado para esa noche, que será hoy.